Una tarde de esas, mientras hacía alguna tarea en mi campo de Margat, casi sobre el camino vecinal, pasó un vecino con el cual nos pusimos a conversar de temas diversos. Y entre otras cosas Julio me decía que la historia es cíclica y pasadas algunas generaciones, en general se repite.
En aquel momento y ante aquella afirmación, hicimos un rápido repaso a nuestros conocimientos de la historia y la conclusión fue esa, que el ser humano es propenso a perder la memoria y repetir errores. Luego de algunos años volvemos a sufrir de los mismos problemas, no aprendemos.
Es aquello de que el hombre tropieza dos veces con la misma piedra. Nos acostumbramos a vivir de un modo que mientras funciona y nos genera felicidad, no vemos más allá, seguimos hasta que se agota, no trabajamos más, dejamos que los demás vayan haciendo y eso nos lleva a ser dependientes, al punto que la mano derecha se une a la mano izquierda en un circulo vicioso donde ambos extremos se confunden en uno solo.
Y cuando irremediablemente sucede, nos preguntamos que pasó, donde nos perdimos, porqué razón y no tenemos explicación, le echamos la culpa a unos u otros, pero en realidad lo que nos lleva a esos extremos es que somos muy cómodos, pretendemos aferrarnos a un éxito eternamente sin hacer más, sin pensar en las consecuencias, hasta que dichas consecuencias nos caen encima y nos aplastan barriendo todas aquellas bendiciones pasadas que ya no volverán.
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