Es un espacio para compartir mi visión de la Felicidad y sus vínculos con todos los aspectos de la vida, el hogar, el amor, los afectos, el trabajo, la sociedad, la política, la educación, la economía, la ciencia, la empresa y más.
La Felicidad es una tarea individual y colectiva, requiere un esfuerzo constante de todos nosotros, se relaciona e influye en todo, es un elemento vital para tener un mundo mejor.

martes, 17 de marzo de 2015

Noche, campo y felicidad



Recuerdo la primera noche que pasé en mi nuevo hogar, una casa en el campo, a unos 50 km de Montevideo, ya hace algo más de 20 años. Por distintas razones y circunstancias, entre otras la ciudad me ahogaba y ya no me gustaba lo que hacía, decidí intentar un cambio en mi vida, y hacer el camino opuesto al de la mayoría de la gente, que dejaba el campo para instalarse en la ciudad. Así fue que en los primeros días de diciembre de 1994, me fui a vivir a un predio rural en Margat, que había adquirido recientemente gracias a algunos ahorros y a la venta de mi apartamento. Abandoné un lugar ruidoso y asfixiante, para instalarme en un lugar silencioso en apariencia, donde los árboles del entorno, los pájaros, el viento, y la lejanía del resto del mundo, me generaban una paz interior y una felicidad sin igual.
Ese primer día de cambio, de instalar unas pocas pertenencias con la ayuda familiar, dieron paso a la primera noche en soledad, despidiendo a una ventosa y cálida primavera, que generaba una serie de sonidos nuevos para mi y que no podía identificar, acostado escuchando esos sonidos extraños, en determinado momento decidí levantarme y salir al encuentro de lo que me provocaba esa inseguridad. Me vestí, y armado con una linterna, más alguna otra cosa que encontré a mano, salí a enfrentarme con la oscura y sospechosa noche. La excitación de ese momento, poco a poco fue dando paso a la calma y la tranquilidad, a medida que iba escuchando y prestando atención, los sonidos extraños se fueron identificando, como presentándose ante un ser extraño, una ave nocturna, las ramas de los árboles y algunas de las cortezas algo sueltas que el viento agitaba, a su manera me daban la bienvenida, me tranquilizaban y deseaban felicidad.  


La foto es en nuestra casa de Margat.

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