Adagio a la felicidad

Quien será ese traidor aprendiz de brujo y adivino, que escudándose en la teoría de sus libros, se arrogará el título de renovador, para aferrarse al bastón de mando y perpetuarse cual dictador.

Que altura moral podrá tener alguien, cuando por encumbrarse es capaz de decir una cosa y luego ir paulatinamente cambiando su mensaje, por el mero afán de poder y de ser parte de la casta.

Como pueden ser ejemplo de pureza, si nacen corrompidos por el dinero proveniente de un régimen cuasi dictatorial, fruto de la inspiración de un indigno golpista bocazas que pretendió erigirse en libertador de su pueblo y de américa latina, en base al ingreso del petroleo, regado a los cuatro vientos, untando a gobiernos y gobernantes, algunos necesitados y otros corruptos.

Y dejando a su propio pueblo a la buena de Dios, sometido a sus caprichos, sin trabajo, sin víveres, sin seguridad y sin ningún tipo de cobertura social.

Con ese dinero que pretenden desterrar, blanqueando como corruptos experimentados, están traicionando los principios de aquellos indignados a quienes pretenden representar.

Los pueblos del mundo quieren cubrir sus necesidades básicas y ser felices, no quieren que los arenguen en base a cuentos viejos con aires nuevos, ni falsos mesías. Solo queremos felicidad de verdad, esa que viene como premio de nuestro propio esfuerzo, firme y lento como el adagio, con libertad, sin tristeza, ni pobreza, ni rencor.