Hace un mes estábamos en plena planificación de nuestra boda, con toda la alegría, la ilusión, optimismo y felicidad que todo ello implica y a medio día, mientras esperaba que Rosa terminara de realizar algunas tareas en su oficina, yo leía el periódico y en ese momento mi vista durante un breve instante me jugó una mala pasada, veía doble y tras dos o tres minutos volví a ver normal.
De ahí en más, el susto, el miedo, el diagnóstico, la primera decisión al respecto, todo en cuestión de pocas horas. Luego de una semana ingresado en el hospital, el alta con el diagnóstico y el plan de acción, extirpar el tumor, esa palabra que tanto cuesta pronunciar, en principio benigno, definir fecha para la operación y procesar todo con la mayor esperanza, tranquilidad, humor, alegría y optimismo posibles.
Junto a Rosa, mi esposa, continuamos con la organización de la boda, para la que faltaban solo cinco días, pero al mismo tiempo íbamos pensando en comunicar la noticia a las personas que aún no tenían conocimiento, en especial mi familia en Uruguay y particularmente mi madre quien en esos momentos estaba viajando para participar del evento junto a mis hermanas, algunos sobrinos y uno de mis cuñados.
La nochecita anterior a la boda, recién llegados mis familiares, fue otra prueba muy importante, comunicar con el menor impacto posible la noticia. No imaginan el esfuerzo desde todo punto de vista que implicó para mi, pero al mismo tiempo el alivio de habérselo dicho y la fuerza de haber llorado juntos.
Luego la hermosa, magnifica, cálida, amorosa, emocionante y feliz ceremonia de boda en el jardín de casa, disfrutando de la compañía, la alegría, la ilusión, el apoyo y el cariño de nuestras familias y algunos amigos. Unos días más tarde una nueva decisión, fijar la fecha de la intervención con el equipo médico.
Y nuevas decisiones, además de seguir las indicaciones médicas, qué más podía hacer yo para ayudar y colaborar en todo este proceso. Basado en la experiencia de mi cuñado Eduardo, decidí trabajar con el reiki, por lo que agradezco a Iria, para facilitar la canalización de mis energías en la relajación y tranquilidad necesarias, para desterrar los miedos y la ansiedad que nos corroe.
Esos miedos y fobias que todos tenemos, que al final consumen nuestra energía, nuestra vida, nuestra fuerza vital tan necesaria. Superar esos miedos, lograr la estabilidad emocional, verbalizar todo el conjunto y digerirlo adecuadamente, asumiendo todo lo que implica, confiando en los médicos y en la capacidad que tenemos de ayudarlos con nuestra fuerza interior, son parte de mi aporte a la solución de todo esto.
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