Hoy en día con el boom de las redes sociales, la explosión de aplicaciones para los teléfonos móviles, aparentemente tenemos más facilidad para hacer amigos y en todas partes del mundo. Es verdad que estas nuevas tecnologías nos facilitan encontrar a viejos conocidos del colegio, del barrio, en fin de distintas actividades que hemos realizado a lo largo de nuestra vida.
Y hacemos amigos apretando un botón, como si fuera tan fácil, no? Yo, como casi todos los que nos hemos introducido en esas redes sociales, tengo unos cuantos cientos de amigos entre unas y otras, además de todas partes del mundo, amigos por todos lados. Es una fuente de alegría, ilusión, optimismo y felicidad, nos hace ver que no somos el ombligo del mundo.
Es algo muy bueno, pero al final siempre sucede lo mismo, las cosas importantes y trascendentes para nosotros, las terminamos compartiendo y hablando con aquellas personas que son nuestros amigos del alma, con esos que no necesitas estar en contacto permanente, son ese puñado de seres humanos con los que conectamos sin necesidad de ningún aparato y no necesitamos un día especial para saludarnos o estar juntos.
Son esas personas que al verlas o al hablar por teléfono, o por el medio que sea, te generan ese instante de verdadera felicidad. Son esas personas que captan nuestras alegrías o tristezas sin mediar palabra, haciéndonos sentir comprendidos, son ese abrazo fraterno, ese toque en el hombro que nos anima y da fuerza para continuar, o la patada en el culo que nos hace reaccionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario