Felicidad, política y después

Siempre termina de la misma forma, aquellos políticos que se encumbran en el poder, con el tiempo y supongo que entre otras cosas por la soledad del poder, asumen algunas cosas como naturales, como merecidas, se sienten y se ven por encima de todo, hasta de la ley que en algún momento ayudaron a crear.

Tienen justificación para todo, se auto-convencen de que su criterio o su proyecto es el único válido y prácticamente se transforman en jueces de todo, casi en dictadores que solo reconocen su actividad como salvadores de la patria. Pero finalmente se transforman en grandes corruptos y corruptores. 

En su convencimiento ficticio, arrastran a sus pueblos en cacerías de brujas inexistentes, en quimeras, en utopías nacidas de sus sucias mentes frías y calculadoras. Sin importarles nada la felicidad del pueblo que los encumbró. 

Cierto que esos pueblos pueden quitarlos del lugar de privilegio que le otorgaron, pero muchas veces la ingeniería electoral los vuelve a poner en ese lugar. Así los pueblos caen en ese circulo vicioso y perverso, donde la política se transforma en un medio de vida para unos pocos y en la desgracia y decadencia de los pueblos.